Los disparos, bombardeos y ataques contra los hospitales de Jartum han sido una constante desde que estalló la rebelión hace tres días. Los combates han dejado atrapados dentro de los centros sanitarios a cientos de pacientes, que conviven con los muertos que no pueden ser evacuados por la intensidad de los choques.
«Pedimos por lo menos obtener permisos para enterrar a los fallecidos y evacuar a los pacientes atrapados en los hospitales, y trasladarlos a centros más seguros y alejados de los choques», dice a EFE Razan al Dawri, la portavoz del comité de Sindicato de Médicos de Sudán.
La médica asegura que en los hospitales de Sudán falta de todo, desde personal y suministros médicos hasta sangre para hacer transfusiones. Pero en vistas de que los enfrentamientos entre el Ejército y el poderoso grupo paramilitar Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR) no cesan, ya solo pide que se respete la dignidad humana.
A estas alturas, ya solo pide una tregua humanitaria de 72 horas para que los sudaneses puedan llorar y enterrar a sus muertos.
ENTRE CADÁVERES
Al Dawri asegura que muchos pacientes han fallecidos en los hospitales de Jartum, que estos días están abarrotados y son de difícil acceso por el cierre de las carreteras y por los bombardeos, que continúan por tercer día consecutivo en el centro de la capital.
El conflicto, que estalló hace tres días, ha dejado hasta el momento cerca de 100 muertos civiles y 1.000 heridos, pero la mayoría de los cadáveres en los hospitales son de pacientes que murieron por otras causas y que descansan, entre los vivos, a la espera de ser despedidos debidamente.
La portavoz tiene claro que los ataques contra instalaciones sanitarias representan «una violación de la Ley internacional y de los derechos humanos», y lamenta que desde el sindicato poco pueden hacer más allá de pedir una tregua para garantizar la seguridad de los pacientes.
Este lunes, varios hospitales han sido blanco de ataques en Jartum. En el hospital infantil Ibn Aouf, cercano a la sede del Ejército, donde se desarrollan intensos combates, hay «decenas de niños atrapados», una situación que se repite en muchos otros centros médicos.
FUERA DE SERVICIO
El hospital público de Al Jartum, dedicado al tratamiento de enfermedades cardíacas y respiratorias, ha quedado «completamente fuera de servicio» porque los severos cortes de energía no permiten conectar a los pacientes a respiradores. Ni mucho menos realizar cirugías complejas.
Es el caso de decenas de centros, que van cortos de personal, puesto que los profesionales no pudieron acceder a los hospitales y, además, sufren escasez de material médico, bolsas de transfusiones de sangre o soluciones intravenosas.
Desde el hospital Best Care, en el sur de Jartum, Yaafar Edris, el responsable médico, dice a EFE que si el conflicto continúa se verá «obligado a suspender el trabajo y a evacuar a los pacientes por los cortes de electricidad por tercer día consecutivo y el agotamiento de combustible para alimentar el generador eléctrico».
«La situación es muy complicada y difícil. Si no recuperamos la electricidad y obtenemos material médico y medicamentos, vamos a tener que parar de trabajar y no podremos atender a ningún paciente o herido que pueda resultar de estos enfrentamientos», lamenta.
Pero lo que más le preocupa a Edris es que tiene esperando a diez pacientes que deben someterse a operaciones de urgencia, algo que no puede garantizar porque «los suministros médicos no durarán más de dos días».
«Esto es una amenaza para su vida, si es que no podemos operarlos», asevera.
Además de las salas de cirugía, las maternidades y hospitales ginecológicos también están atravesando multitud de problemas para traer vida al mundo en un escenario de muerte.
Desde el hospital Dream, en el este de Jartum, el ginecólogo Saleh Abdelazim dijo a EFE que durante estos días muchas mujeres tenían citas para realizar cesáreas, mientras que otras debían dar a luz de manera natural. Pero ninguna logró llegar al centro médico por la incapacidad de cruzar una ciudad en guerra.
«El hospital desconoce el destino de las mujeres embarazadas que no lograron llegar, a pesar de que era su momento de dar a luz», dijo el profesional.
La última noticia que tuvo fue de una mujer que le llamó al sentir contracciones porque no sabía qué hacer. Tampoco sabe lo que le sucedió después.
«Estaba llorando y en muy mal estado porque no se veía capaz de abandonar su casa», asegura con un hilo de voz.