Entre un nuevo intento de socialismo bolivariano y el inicio de una transición en un Gobierno de unidad se ubican las propuestas del chavismo y la oposición para las presidenciales del 28 de julio
los venezolanos irán a las urnas para elegir presidente. La campaña electoral, sin embargo, no ha girado en torno a una oferta muy evidente de políticas de Gobierno. La principal promesa campaña opositora del candidato Edmundo González Urrutia, acompañado del liderazgo María Corina Machado —impedida de participar— es la urgencia de lograr cambio para la reconstrucción de un país en escombros. La del chavismo, con Nicolás Maduro como abanderado, está centrada en la amenaza que supuestamente encarna la promesa opositora. En la narrativa oficial se intenta configurar la idea de que la permanencia de Maduro en el poder por otros seis años es la única garantía de estabilidad y de paz para Venezuela.
“¿Quién derrotó la guerra económica y el desabastecimiento?”, decía en estos días Nicolás Maduro a sus seguidores en un mitin para que la gente le respondiera lo que esperaba; es decir, su nombre. “¿Quién derrotó el Dólar Today”, continuaba en referencia al nombre de uno de los marcadores del dólar paralelo que aún hoy se sigue usando para las transacciones de una economía dolarizada informalmente. El candidato-presidente ha convertido las peores consecuencias del modelo económico implantado por el chavismo en su relato de campaña. Superados los años de hacer filas para comprar comida y medicamentos, producto de los controles y expropiaciones, también los de la represión violenta de las manifestaciones en su contra, es decir, los primeros años de su Gobierno, una de las ofertas de Maduro parece que es haber sobrevivido a sí mismo y al colapso del modelo económico y social del chavismo