Con una ciudad arropada por la lluvia, Manuel Medrano se presentó hace unos días en el Royal Center de Bogotá como parte de su tour Eterno. Lo hizo ante un público deseoso de escuchar su particular color de voz y de corear esas canciones que le han permitido enamorarse y hasta olvidar algún amor fallido o no correspondido: Afuera del planeta, Bajo el agua, Una y otra vez, Tengo que llegar a tiempo… Por unas horas, la rebelde sin mar dejó la cadencia del reguetón o las estridentes guitarras eléctricas del rock para sumergirse en el romanticismo que ofrece Medrano en sus composiciones.
Eterno (2021) es la segunda producción discográfica de estudio de Medrano, luego del éxito de su primer álbum homónimo (2015), con el que ganó dos premios Grammy Latino: Mejor Nuevo Artista y Mejor Álbum Cantautor, que le permitió ofrecer recitales en gran parte de su país, Colombia, y también visitar Centroamérica y Perú. El artista espera pronto poder ofrecer su espectáculo en Venezuela, país a que le tiene gran cariño, gracias a los artistas que formaron parte de la banda sonora de su infancia y juventud.
Ese niño cartagenero, que no se dejó amilanar por las adversidades de la vida, hoy sigue soñando con el deseo de seguir transformando su entorno con sus canciones, contrario a lo que diría Jerry Rivera: “A nadie le interesan ya los sentimientos”, para Medrano el amor hoy sigue vivo.
-En la actualidad está promocionando No sé si salga el sol con la banda venezolana Rawayana.
-Siempre he sido muy fan de la música venezolana, desde Canserbero hasta Voz Veis. Con Rawayana, sigo su trabajo, nos hicimos amigos y ahora aceptaron ser parte de esta canción, que es una de las canciones favoritas del público del álbum Eterno y le dieron un refresh muy bello. La gente la ha recibido con mucho cariño.
-¿Cómo ha sido tener un estilo tan personal en este mercado dominado por el género urbano?
-No tiene nada de malo tener tu propio color de voz, tus propias ideas y tu propia musicalidad. Eso era algo especial de la época cuando estaba en el colegio y empecé a escuchar música, eso me forjó como artista. Me siento orgulloso que la gente encuentre en mi música un refugio.
-Usted es un cantautor esencialmente romántico.
-Todos tenemos un lado romántico, el punto es encontrar a la persona que explote eso en ti. Además, yo crecí escuchando música romántica.
-Dentro de ese romanticismo se fusionan desde un bolero o hasta un reggae.
-Toda la herencia musical que tengo es por Bogotá, es una ciudad muy cosmopolita. Escuché música en todos los géneros, por eso es mi ciudad favorita. Aquí conocí el bolero, la salsa, el mambo, la balada hasta el rock. Es un regalo de la vida crecer en un lugar con esa gran diversidad musical y hoy mis discos son una apuesta a la música con la que crecí. Salir un poco de la burbuja en la que te mete el mainstream.
-Después de la pandemia, Eterno le he permitido rencontrarse con su público.
-Tengo un público muy especial, que me apoya, que canta la mayoría de las canciones en los conciertos. Los años de pandemia los utilicé para descansar, para grabar Eterno. Intento buscar lo bueno en las adversidades, como todos en esa época tuve momentos de tristeza, preocupación, pero lancé mi segundo álbum y recorrí muchos lugares con mis canciones.
-Justamente llamar Eterno a su álbum, siendo usted un artista, tiene muchos significados.
-Hay una incógnita gigante alrededor de esa palabra, no todos están dispuestos a sentase a definir qué les parece eterno o no. Es una palabra que tiene fuerza, sonoridad, poder, y eso se ve reflejado en mi álbum. Por otra parte, el universo es eterno, todos formamos parte de él como polvo de estrellas, siempre hemos estado aquí, destinados a ser. Mi álbum es una invitación a que las personas se sientan parte de todo eso.
-Su madre le regaló la guitarra con la que empezó a componer.
-Mi madre sabía que me dedicaría a esto. Me dio su bendición, nunca se opuso a la música. Mi familia era muy pobre, pero me dieron mucho amor, valores.
-¿Qué recuerda de ese niño?
-Yo le debo todo a ese niño, de cómo transformó su mundo y convirtió sus metas, sus sueños en un impacto positivo. A ese niño lo conservo en lo más cercano de mi corazón, lo admiro. Quiero que esté orgulloso de mí. Ahora el reto más grande: seguir soñando.
-¿Con qué sueña hoy el Manuel Medrano adulto?
-Con construirme, deconstruirme, ser. Sé que ya no puedo salvar el mundo, como aquellos superhéroes que veía en las películas, pero sí podemos transformarnos a nosotros mismos. Lo único que nos puede salvar es el amor.
-¿Y la gente cree en el amor?
-La gente ama a su perro, a sus padres, aunque no pareciera, las personas tienen más valores que antes. Vivimos un mundo mejor aunque no lo parezca, tengo esperanza en ello.
-Y finalmente, ¿cómo es la ventana por donde mira Manuel Medrano?
-No hay ventanas. Para mirar realmente no puedes estar encerrado.