Sumergida Venezuela en dramática permacrisisis que pareciera no tener fin e incluso tendiente a agravarse con la reciente trama milmillonaria de corrupción develada por el gobierno nacional, resultará a opinión de muchos por lo menos ingenuo afirmar que nuestro querido país puede y debe ser sino el mejor de los mejores del mundo.
Han sido años de desplome de la economía y con tal del modo de existencia de millones de venezolanos y venezolanas. Los datos que muestran cuanto se ha descendido sobran y abruman; ayer nada más un docente de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la UCV me advertía que en el año 2022 el PIB per cápita de Cuba fue de 8.317 dólares contra 3.000 de Venezuela, es decir más del doble.
El viernes conversé largo con Alejandro Sucre, posgraduado en The University of Chicago, quien me explicó que “con los denominados recursos naturales comercializables de Venezuela el PIB anual pudiera alcanzar el trillón de dólares” lo cual es infinitamente mayor que los $42,530 millones que alcanzó el del 2022 preciso yo.
Sucre afirma que Venezuela tiene un potencial en recursos naturales comercializables de 14 trillones de dólares, provenientes únicamente de los sectores energético y minero mientras que, al sumar los sectores agropecuario, agroindustriales, pesqueros, tecnológicos, entre otros, la cifra pudiera ascender hasta más de $20 trillones, lo que nos coloca entre los cinco países con mayor potencial de riqueza del planeta. Recuerdo ahora que el pasado fin de semana, una alta funcionaria de Naciones Unidad-FAO mencionó en una reunión a la cual asistí la paradoja que nos marca: un país increíblemente rico con una población casi en su totalidad empobrecida.
Para salir del foso y alcanzar los estándares de la economía del 2013, para citar un año conceptuado como bueno, se necesitarán años de continuo crecimiento. Si la tasa fuese del 5 %, que es la estimada por la CEPAL para este 2023, se recuperaría el PIB para el año 2059, a una tasa de 10 % en el 2041 mientras que a una de 15 % en el 2034.
Que la economía crezca en porcentajes de dos dígitos es nada fácil y demandaría, rememorando a Mao de un “gran salto adelante” pero con resultados bien distintos, similares a los que hicieron posible las políticas de Deng.
A grandes rasgos es obvio que:
1) Debe reestructurarse-reflotarse el sector petrolero;
2) Hay que abrir por completo la economía, promover y proteger la inversión privada nacional y extranjera;
3) Con carácter urgente incrementar el salario, las pensiones y jubilaciones;
4) Abatir el encaje bancario para facilitar el crédito;
5) Esforzarse por salir del aislamiento económico y financiero, negociando agresivamente el levantamiento de las sanciones económicas unilaterales extranjeras;
6) Multiplicar los diálogos en procura de consensuar decisiones que hagan posible la reconstrucción del andamiaje institucional;
Es mucho más lo que debe hacerse, “debemos” es la palabra correcta, pero lo cierto es que a la par de la inmensa riqueza que significan nuestros recursos naturales comercializables hay millones de connacionales trabajadores, honestos, dispuestos, capaces para hacer grande a Venezuela.