Tras el carbón y el crudo llega el diésel. La prohibición de importar ese hidrocarburo y otros derivados petrolíferos de Rusia entra en vigor este domingo en la Unión Europea y se añade al mecanismo de sanciones por la invasión de Ucrania que busca asfixiar financieramente al Kremlin.
«Anticipamos que estaremos listos para asegurar suficientes suministros alternativos (…). Pasamos con éxito por un proceso similar con el petróleo crudo», ha explicado el portavoz de Energía de la Comisión Europea, Tim McPhie, en referencia al veto sobre las adquisiciones de crudo vigente desde el pasado diciembre, que se suman al del carbón de agosto.
De los nuevos derivados prohibidos, el mayor desafío es el veto al diésel, el carburante que emplean cerca de la mitad de los coches de la UE y la mayor parte del transporte pesado y marítimo y la maquinaria.
En torno al 40% de las importaciones comunitarias provenían de Rusia antes de la guerra, pero Bruselas confía en que el período de transición desde que se anunciaron las sanciones en junio hasta que se aplican en febrero, haya sido «suficientemente largo» para garantizar «rutas de suministro alternativas y minimizar el impacto en los mercados mundiales de productos refinados», ha admitido McPhie.
Hasta la invasión de Ucrania, la UE tenía una enorme dependencia energética en Rusia, y Putin ha hecho caja en un año con una crisis energética histórica.