Mucho se ha hablado de corrupción, muchas veces dijeron que todo cambiaría, que la historia sería distinta. Este caso se usó de ejemplo de lo podrido que estaba el sistema y es que nos encontramos con una de esas historias que deberían haber marcado un punto de inflexión, quizá un punto y final en esa oscura historia del poder.
Para ubicarnos en esta historia, debemos remontarnos al año 1995, el año que se despidió uno de los grandes de la dramaturgia y la crónica venezolana, José Ignacio Cabrujas, pero no vamos a hablar de él, nuestro cuento es mucho más terrenal, no involucra a la literatura, pero si dio material para grandes narrativas. Ese año, además, los Leones de Caracas obtenía su título número 18.
En los tribunales de Caracas, una denuncia sacudía al tribunal 43 de primera instancia en lo Penal. Uno de los imputados en un caso de presunta estafa que llevaba ese juzgado hizo una acusación ante el Consejo de la Judicatura: era víctima de una extorsión, le estaban solicitando unos 15 mil dólares de la época a cambio de su libertad.
La denuncia realizada por Enmanuel Jesús Báez Lanz, incluía además señalamientos contra Marcos Orestes Galvis Nieves, un escribiente del tribunal, quien servía de contacto entre la jueza Mélida Alexsic Molina y Báez Lanz quien se había comprometido a realizar el pago el viernes 21 de abril de ese año.
Lo que no sabían la jueza y el escribiente es que Báez había coordinado con las autoridades la entrega del monto en lo que constituía pago controlado, una parte había sido entregada a la juez, quien estaba en su casa y ese día se cumpliría el pago del monto restante.
Durante la tarde se ejecutó el pago y la operación fue grabada por el Ministerio Público y por la Policía Técnica Judicial (PTJ) predecesora del actual Cuerpo de Investigaciones Científicas Penales y Criminalísticas y durante la operación fueron detenidos el escribiente y la víctima de la extorsión.
En vista de que la jueza no se encontraba en el Palacio de Justicia, las comisiones policiales se trasladaron hasta la residencia de la jueza, ubicada en el Conjunto residencial OPS de San Antonio de los Altos, cuando llegaron a su casa, anunciaron que iban a detener a la jueza.
En medio de la desesperación, la jueza no vio otra salida que lanzar por la ventana cinco millones de bolívares que tenía en el apartamento, de pronto desde el cielo comenzó a lloverle dinero a los sanantoñeros que caminaban por las áreas comunes de las residencias.
Todos los que pasaban y tuvieron la oportunidad, tomaron lo que sentían les correspondían, mientras tanto, varios metros más arriba, la jueza era esposada y detenida, mientras se trataba de recuperar el dinero lanzado al vacío y se recababan evidencias de interés para la investigación.
La jueza fue detenida y sometida a interrogatorios en la sede de la PTJ, luego fue enjuiciada, al igual que el escribiente y ambos fueron condenados. La jueza Mélida Alexsic Molina se convirtió en ejemplo de la corrupción del poder judicial. Se escribieron páginas de diarios y libros, su imagen fue parte de los discursos contrasistema que sirvieron de base a un proceso que se gestaba, se anunciaron cambios y hubo golpes de pecho.
Lamentablemente en un país tan gatopardiano como Venezuela, todo cambió, pero cambió tanto que nada cambió y el poder judicial todavía hoy mantiene ese olor a fetidez que solo la corrupción puede dar.