Texto: José Gregorio Figueroa Delgado (El Guápiri-Ñáquiri)
Sobre este tema se ha escrito bastante. El problema se presenta cuando se pretende enseñar el conocimiento asimilado de textos por carecer los docentes de ciertas estrategias metodológicas prácticas, que generan en el niño un aprendizaje cónsono con la realidad y con la edad del educando. En lo que respecta al proceso didáctico de la materia estudiada, Jaimez, (1993) agrega:
La enseñanza de la historia, generalmente, en el contexto mundial y por ende nacional, se ha reducido a una práctica mecánica de lectura de textos o partes de estos sin ninguna vinculación vital con la vida de los alumnos… Es así como se olvidan las pruebas o vestigios orales, arqueológicos y lingüísticos de una época, las muestras musicales, cerámicas y folklóricas, entre otras (p.5). La transmisión del conocimiento folklórico debe incrementar las actividades educativas destinadas a difundir la tradición y a crear en los niños conciencia sobre el valor que tienen las expresiones auténticas de su municipio y localidad. En tal sentido, Aretz, (1985) plantea que: “a los escolares se le enseñan cantos, bailes y juegos folklóricos, junto con otros que no lo son y con explicaciones superfluas (p.311). En las escuelas rurales, por el contrario, el niño tiene más acercamiento con las manifestaciones folklóricas porque muchas veces las vive, aprende de los mayores, y si el maestro no surgió específicamente de esa comunidad, es el que debe motivar el aprendizaje. Esto lo reafirma Aretz (1985) al decir:
En el campo, el maestro debe emplear a fondo sus conocimientos pedagógicos para aprovechar todo lo que se pueda de esa cultura, para propiciar el desarrollo de los aspectos más resaltantes y para no contribuir a su deterioro o pérdida (Ibidem: p.312). Todo aprendizaje tiene como respuesta un cambio en la conducta del ser humano. La experiencia consolida ciertas aptitudes innatas que trae el individuo y con la vivencia diaria las cultiva y las afianza. Tejada 1978, citado por Boadas (1993) expresa:
La actuación del maestro es valiosa, no solo por las realizaciones que personalmente alcanza sino porque su actividad puede dominar la inercia del ambiente o las hostilidades que se opongan a sus propósitos. Su entusiasmo despierta las fuerzas sociales que deben colaborar con la escuela y el efecto que pone el maestro en su obra hace fecunda la cooperación (p.29). Esa participación magistral debe ser constante, activa y permanente. Algunos planteles educacionales cuentan con la ayuda de una Unidad Técnica-didáctica en donde se elaboran, diseñan y construyen recursos que facilitan la enseñanza del folklore. Allí juega importante rol el cultor popular con su sapiencia. Puede convertirse en un eficiente ayudante de cátedra del docente facilitador. Los recursos didácticos son de vital importancia porque acercan al estudiante que se quiere formar a una realidad concreta y tangible. Para argumentar lo dicho, Díaz, 1993 explica:
A medida que se reconoce el valor de los recursos para el aprendizaje, se incrementan y proporcionan mayores facilidades para su uso, que hace evidente la necesidad de tener varios de ellos para alcanzar muchas metas educativas (p.5). Los objetivos programáticos trazados y el perfil del egresado de la segunda etapa de educación básica se logran con el empleo y buen manejo de técnicas adaptadas al nivel de desarrollo cognoscitivo del recurso que se enseña, con la escogencia del mejor método y naturalmente con la presentación del más didáctico y llamativo recurso instruccional. Para avalar la información suministrada, Martínez 1974, citado por Díaz (1993) plantea:
Al hacer referencia a los medios audio-visuales sostiene que no provienen de este siglo, tienen su origen en la antigua Grecia, aduce que los filósofos, pensadores y maestros de la época asistían con sus discípulos a los templos, galerías, centros de arte y museos para que contemplaran las imágenes y luego poder analizar y formular juicios críticos (p.14). Desde los comienzos de la enseñanza, el instructor demostró interés por presentar símbolos e imágenes que corroboraran el mensaje transmitido. Los recursos son un apoyo valioso para ubicarse en el tema que se explica mediante las clases. El facilitador de aprendizaje debe utilizar en sus actividades pedagógicas ciertos medios que despierten en el educando una mayor atención al proceso descrito.
Al respecto, en el VIII Coloquio de Historia Regional y Local, Lovera (1990) acota: “El docente que formamos debe salir de nuestra universidad con los instrumentos metodológicos que permitan proyectar estas inquietudes en los jóvenes de Escuela Básica” (p.10). Es oportuno recordar que este tipo de escuela tiene dentro de sus objetivos formar un individuo integral, capaz de aportar ideas significativas a la comunidad donde se desenvuelve y en la sociedad en general de Venezuela. Para la formación de ese perfil ideal es necesario fusionar de manera armónica todas las piezas que tienen participación directa en el proceso educativo. En la actualidad esto se traduce en áreas académicas y el manejo de los ejes transversales.
Cumaná, 15-02-2.023. (69)