No son suficientes las encuestas ni videos de multitudinarias concentraciones a favor de un candidato lo que definirá por si solo al triunfador sino la forma en la cual se procesarán los votos en los centros electorales
El cercano proceso electoral presidencial en Venezuela definirá la hoja de ruta de los próximos años en el país y tendrá importantes efectos regionales por las repercusiones de la diáspora venezolana y por las relaciones estratégicas del alto mando chavista con aliados no alineados a la influencia estadounidense. En este sentido, representa la mayor prueba del dominio absoluto del chavismo sobre el Poder Ejecutivo en los últimos años, ya que será la voluntad ciudadana expresada en votos y no solo la dirección estratégica de unos políticos, lo que podría definir el liderazgo que se ejercerá desde Miraflores.
Comprender las dinámicas que constituyen el terreno electoral es de vital importancia para la ciudadanía ya que, técnicamente, será la reingeniería electoral la clave para definir el resultado del proceso electoral, más allá de la intención de votos, popularidad y ascendencia de un candidato. Dicho de otro modo, no son suficientes las encuestas ni videos de multitudinarias concentraciones a favor de un candidato lo que definirá por si solo al triunfador sino la forma en la cual se procesarán los votos en los centros electorales.
De acuerdo al Consejo Nacional Electoral (CNE), 21.4 millones de electores están habilitados para votar el 28 de julio, de los cuales aproximadamente 4.4 millones están inscritos para votar en Venezuela, pero están en el exterior y no lograron cambiar su centro de votación de manera que no podrán votar. En el Registro Electoral solo 69 mil venezolanos en el extranjero podrán votar debido a las complejas trabas impuestas por el CNE en las 100 misiones diplomáticas dispuestas fuera del país para la actualización e inscripción al Registro Electoral Permanente (REP). Lo que hace que el REP se reorganice de forma global en función de aproximadamente 17 millones de electores. De esos 17 millones de electores, las recientes mediciones han proyectado que aproximadamente 4 millones de electores no votarían por diferentes motivos (abstención coyuntural – abstención estructural), aproximándonos a una cifra estimada de 13 millones de votos para el 28 de julio, es decir, una partición entre el 70% al 75% del REP, hasta ahora, con la posibilidad que la intención de voto aumente, siendo esta la cifra sobre la cual se proyecta el trabajo numérico de los aspirantes a la silla presidencial.
Para la elección presidencial están habilitadas 16.025 centros de votación, de los cuales 15.923 centros están en Venezuela. Teniendo 28 mil mesas de votación, razón por la cual deben acreditarse como miembros de mesas (contando a sus suplentes) un aproximado de 120 mil electores. Según la especialista Griselda Colina, del reporte preliminar de Registro Electoral se estima que 9.311 centros de votación son de una mesa electoral (58,48%) es decir, más de la mitad de los centros. Y 3.000 centros de votación son de dos mesas. Cabe resaltar que el chavismo nunca ha perdido una elección en los centros de votación de una mesa, siendo un dato clave a tener en consideración.
Teniendo estas cifras estimadas sobre la mesa, basar la distribución de votos de las distintas ofertas electorales sobre 13 millones de electores aproximadamente denota un proceso electoral sumamente complejo y reñido entre las candidaturas que polarizan la elección, razón por la cual la organización, promoción y defensa del voto es necesario y obligatorio para hacerse de la victoria electoral.
¿Qué deben hacer los partidos políticos?
- Asegurarse que la totalidad de los miembros de mesas designados por el CNE acudan al curso de capacitación el 28 de junio para obtener su credencial.
- Que tanto los miembros y testigos de mesas, como la ciudadanía conozcan plenamente la composición de un centro de votación, de una mesa electoral y de la herradura que compone el proceso del voto.
- Garantizar a sus miembros y testigos de mesa todo el equipo material y tecnológico personal necesario para su correcto desempeño durante el proceso.