Desde la óptica del optimismo
Por Manuel Figueroa Véliz
Mucho se ha escrito sobre cómo tener una autoestima elevada. Cientos de páginas de libros, escritos por connotados autores, plagan las bibliotecas físicas y virtuales de todo el mundo, donde tratan desde el punto de vista sicológico y terapéutico este mal que aqueja a gran parte de la humanidad, como lo es la baja autoestima, la cual, según expertos en la materia, es “producto a una programación negativa recibida durante la infancia”.
El Dr. Lair Ribeiro en su libro “Aumente su autoestima” señala que la creencia la crea la realidad. En nuestro camino por la vida, encontramos exactamente lo que buscamos. A lo largo del tiempo, al dejar de ser niños y transformarnos en adultos, llevamos una serie de creencias positivas y negativas sobre el mundo, las personas y tú mismo. Esas creencias van configurando a cada instante tu forma de vivir, agrega.
Ahora bien, usted puede decidir reprogramar todas esas creencias negativas que le han impedido tener una vida feliz. Generalmente, una persona con autoestima baja muestra conductas de rencor, envidia, agresividad, pedantería; etc, etc., por más que quiera aparentar, en el fondo de su ser siente un vacío que nada puede llenar. Los pesimistas son aquellos que siempre prefieren ver el vaso medio vacío en lugar de verlo medio lleno.
En nuestro país en los últimos años se ha acrecentado un espíritu de incredulidad. La gente perdió su confianza en los políticos, en los empresarios, en el gobierno, en sus vecinos y pare usted de contar. Ya nadie cree en nadie, justamente porque prefieren verlo todo desde la óptica del pesimismo y no del optimismo. Hay un refrán popular que dice: “Después de la tempestad viene la calma”, pero hay quienes insisten en permanecer en la turbulencia, lo cual no les deja ver esa luz al final del túnel.
La vida cada quien la percibe de acuerdo al cristal con que decida mirarla. Conozco personas que han pasado por momentos duros, hay quienes quedaron cuadripléjicos luego de sufrir un accidente de tránsito, otros fueron diagnosticado con cáncer; sin embargo, no se echaron a morir, decidieron ver la vida con optimismo. Fue esa actitud lo que aún los mantiene con vida.
A quienes piensan que ya Venezuela no tiene futuro, les aconsejo reprogramar esos pensamientos. Nuestra nación ha sido bendecida de una manera maravillosa por Nuestro Creador, ella posee recursos naturales y minerales como no lo tiene otro país. Su gente la mejor preparada y aunque usted no lo crea, aún quedan políticos y empresarios serios que están trabajando por el desarrollo pleno de esta tierra de Gracia. No todo está perdido. Debemos mantener la esperanza que más temprano que tarde nos levantaremos y volveremos a ser el lugar donde todos desearán invertir. Dejemos de lamentarnos por todo, vamos a mirar el futuro de Venezuela desde la óptica del optimismo.