Un enorme Carlos Alcaraz gritó campeón en el Argentina Open. El español, número dos del mundo y máximo favorito del torneo, derrotó en la final al británico Cameron Norrie, 12° del ranking y segundo preclasificado, y levantó por primera vez el trofeo del certamen porteño. Fue triunfo por 6-3 y 7-5 en un partido que dominó a su antojo -salvo un pequeño bajón en el segundo set, que le puso algo de suspenso a la definición- y que cerró con una genialidad.
En su primera participación en el Buenos Aires Lawn Tennis, y en su primer torneo del año, luego de que una lesión muscular en la pierna derecha lo marginara de la gira australiana, el murciano de 19 años consiguió su séptima corona y la primera desde aquella consagración en el US Open del año pasado, que lo catapultó a lo más alto de la elite del tenis mundial.
En un match que fue un duelo de estilos -Norrie, zurdo, con sus golpes semi planos; Alcaraz, diestro, con un menú más amplio, con potencia de derecha y de revés y una aceleración de pelota descomunal-, el murciano sacó ventaja primero. Consiguió un quiebre en el séptimo game, en el que su rival cometió varios errores, y se adelantó 4-3.
Carlitos no se relajó con la ventaja. Jugó sólido y confiado el octavo game, para confirmar el break y quedar 5-3. Y no aflojó la presión en el siguiente, en el que tuvo dos sets points. La pelota que estrelló en la red de drive, tras un gran saque de Norrie le costó el primero. Pero la que perdió de la misma manera el británico a continuación, le regaló el parcial.
El español fue el claro favorito de la gente, que celebró cada punto y estalló en aplausos cuando el vigente campeón del US Open cerró el capítulo inicial. Pero el británico tuvo sus seguidores presentes en el BALTC, porque desde las tribunas -donde el movimiento de los abanicos improvisados es constante- bajaron varios «¡Vamos, Pollo!» para alimentar su energía.
Y necesitaba una inyección de confianza el pupilo del argentino Facundo Lugones. Porque arrancó el segundo sets con muchas dudas, mientras Alcaraz no le daba tiempo ni espacio para volver a meterse en el partido.
El murciano soltó aún más ese látigo imparable que tiene de derecha y, aprovechando el bajón tenístico y anímico de su rival, consiguió un quiebre en el segundo game y quedó 2-0. Y aunque el británico conectó un par de buenas pelotas en el juego siguiente y amagó con recuperar el servicio, Carlitos mantuvo la cabeza fría y logró ponerse 3-0. Y lo celebró con un «Vamossss!!!» que retumbó en el aire.
Con la ventaja en el marcador, el español pareció relajarse un poco, no demasiado como para perder las riendas del partido, pero sí lo suficiente para empezar a tirar un poco más de magia y deleitar a la gente. Así aparecieron algunos winner de revés, letales para Norrie, varios drops y alguna que otra volea. Los fanáticos, encantados con el «show» del murciano.
Pero cuando el español se puso 4-1, la gente empezó a tomar conciencia que el espectáculo podía terminarse muy rápido. Y, con ganas de disfrutar de dos de los mejores jugadores del mundo el mayor tiempo posible, comenzó a alentar más a Norrie, que siguió buscando los huecos y las maneras para doblegar a Alcaraz y volver a meterse en el partido.
«Olé, olé, olé, olé… Norrie… Norrie…», se escuchó más de una vez durante el décimo game, en el que el Alcaraz tuvo la chance de sellar la victoria, pero, justo en el peor momento, mostró su lado más vulnerable. El murciano metió solo dos de los seis primeros saques que intentó, cometió tres errores no forzados y una doble falta, que le costaron un quiebre.
El británico, muy seguro con la devolución en ese juego, descontó 4-5 y luego igualó el marcador 5-5 con un muy buen nivel.
El español sintió el golpe, pero lejos de perder concentración, pareció empujar con más fuerza para llevarse un nuevo game de saque y quedar 6-5. «¡¡¡Vamooooosssss!!!», gritó apretando los dos puños y mirando a su banco.
Con Norrie metido otra vez en partido, se armó un lindo ambiente en el estadio, donde la gente, dividida, celebraba los aciertos y los puntos ganados por ambos. Pero cuando parecía que el set se iba al tie break, una genialidad de Alcaraz sentenció la historia. En su primer match point, con Norrie al saque y toda la tensión de tener el título al alcance de la mano, el murciano se animó a tirar un drop impresionante, que descolocó a su rival y selló su victoria.
Brazos en alto, sonrisa enorme y un eterno abrazo con su equipo para el número dos del mundo, que había llegado a Buenos Aires sin ritmo de partido y brilló toda la semana sobre el polvo de ladrillo argentino.
«Fue una gran final. Cameron está jugando en un gran nivel. Es un momento muy feliz para mí. Mi primer título después del US Open y el primero después de varios meses parado. Me siento muy contento por eso», comentó Alcaraz.
«No me imaginaba que iba a jugar en este nivel, después de tanto sin jugar un partido oficial. Muy feliz por cómo jugué desde el primer partido», aseguró.