Jesús Alberto Castillo
En este país pasan cosas insospechadas que se convierten en normales. Y es que los venezolanos somos tan buena gente que hacemos un chiste de una tragedia. No importa que se nos venga el mundo abajo, hay que sacar humor de esa situación para no morir en el intento. Es el ADN de un pueblo que en su oporrunidad histórica fue catalogado por Miranda, El Generalísimo, de «bochinche, bochinche, bochinche».
Precisamente, estos tiempos de tecnología informativa e inteligencia artificial se prestan para que las mas ingeniosas mentes de nuestro país inventen todo tipo de ocurrencias en las redes sociales. No es de sorprender, entonces, la diversidad de memes, stickers, fotos shop y videos truncados de personajes siniestros de la politica nacional para hacer reir a los activos internautas, en vez de generar una actitud reflexiva sobre las acciones que atentan contra la moral y las buenas costumbres en Venezuela.
En verdad el reciente escándalo de corrupción en PDVSA no es una broma en Venezuela. Mucho menos el paradero incierto de Tareck El Aissami, de quien se presume desbancó las finanzas del Estsdo con una poderosa red que enquistó en el jugoso negocio petrolero, mientras millones de venezolanos pasan la Caín todos los días. El gobierno de Maduro trata de «echarle tierrita» al asunto inventando historietas a cada hora. Marca la agenda y distrae a la opinión pública con anuncios engañosos por doquier.
Es triste admitirlo pero la gente en cada esquina está más pendiente del «bono de guerra» que dónde se encuentra Tareck El Aissami, el flamante ministro de petróleo que, mediante un twit epasmódico, «renunció a su cargo para facilitar las investigación del gobierno sobre la trama de corrrupción en PDVSA». Según él lo hizo «como todo un buen revolucionario para preservar el legado del Comandante Supremo». El espaldarazo no se hizo esperar por los medios masivos del «Presidente obrero».
Lo lamentable es que esta infastuosa tragicomedia nos recuerda a «Periódico de ayer», aquella popular salsa interpretada por Héctor Lavoe hace varias décadas. La trama de corrupción en PDVSA fue «titular que alcanzó página entera, al mediodia noticia propagada y en la tarde noticia olvidada». La verdad es que de mucho sirve el arte, la música y la literarura. Desnudar con tonalidades simbólicas la nefasta realidad que nos atosiga.
Hoy los venezolanos no podemos seguir en una especie de conejillo de indias, andando del timbo al tambo o a expensas de lo que se le ocurra al gobierno. Tenemos el compromiso de despertar y reaccionar fuertemente contra esa práctica de «reflejo condicionado» de los laboratorios del gobierno, al estilo de Iván Pavlov. Sabemos que Maduro y sus colaboradores cuentan con asesores expertos en psicología social, capaces de lanzar bolas para manipular y distraer a la opinión pública a fin de que se olvide de Tareck El Aissami y los escándalos de corrupción propiciados por «los hijos del proceso revolucionario».
El país entero tiene que levantar la voz al únisono y preguntar a cada hora ¿Y dónde está Tareck El Aissami? ¿Cuándo el Fiscal Tarek William Saab va a anunciar la investigación contra la gestión del renombrado personaje al frente de la industria petrolera? ¿Por qué Maduro intenta ocultar el paradero de quien fuera su ministro de petróleo? Estañá prohibido olvidar este gean desfalco hecho a la nación por una banda de desalmados que hacen uso de un discurso populista y ultranacionalista. Los venezolanos no podemos equivocarnos de nuevo en estos tiempos apremiantes de la historia patria.
Donde estan los culpables de la construccion de la planta CACAOS DEL ALBA en la ciudad de CARUPANO? Donde esta la policia anticorrupcion? Ya basta de obras sin culminar y sin culpables?