Hay esperanzas
Por Manuel Figueroa Véliz
Venezuela está pasando por un proceso que muchos pudieran calificar de negativo. Cuando revisamos la historia, nos encontramos con países que estuvieron durante mucho tiempo sumergidos en la más completa miseria, producto de guerras, catástrofes naturales o mala administración de los recursos por parte de sus gobernantes. Si los enumeramos la lista seria grande. Sin embargo, a pesar de todos estos males lograron levantarse de las cenizas como el ave Fénix, algunos hoy son potencias económicas como el Japón.
Por allí dicen que no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista. A pesar de los momentos duros por los cuales está pasando nuestra nación debemos ver el futuro con optimismo. Cientos de jóvenes talentos han emigrado, es cierto; pero tan bien es cierto que son más los que han decidido quedarse en el país, preparándose para afrontar los retos por venir. Es por esa juventud de relevo por la cual yo apuesto y, mantengo la fe en Dios, que serán ellos los encargados de enrumbar los destinos del pueblo venezolano por senderos de progreso y bienestar social. No olvidemos que somos hijos de hombres y mujeres guerreros que en tiempos no muy lejanos dieron sus vidas luchando para que hoy tuviéramos libertad y soberanía.
Mucho se alegra mi corazón cuando voy a cualquier universidad y observo que hay profesores entregados a formar a ese ejército de sangre nueva, al mismo tiempo el gozo se acrecienta al ver a los muchachos y muchachas de mi patria poniendo todo el corazón en los estudios, cualquiera sea su rama. No me queda más que expresar con profundo orgullo: “Hay esperanza, no todo está perdido”.
Recientemente, fui seleccionado como jurado para calificar el trabajo final o fase de demostración de competencias de los estudiantes de la carrera de Comunicación Social del convenio entre el Instituto Superior de Desarrollo, Educación y Cultura “Monseñor Alfredo Rodríguez” (Isdec) y la Universidad Católica Santa Rosa (Ucsar). Fue una experiencia gratificante. Es precisamente allí, al ver el desenvolvimiento y el trabajo realizado por cada uno de ellos, cuando viene a mi memoria la frase “hay esperanza”.
Aprovecho estas líneas finales para felicitar por la extraordinaria labor que están realizando, desde hace ya siete años, a la directiva de la Ucsar en Cumaná, al frente de ellos a la Prof. Midgalia Rodríguez, a Mons. Diego Padrón (artífice de este proyecto en Sucre), a todo el cuerpo profesoral y, especialmente, a los padres y representantes por la confianza depositada en esta prestigiosa institución, quienes han decidido poner la educación de sus hijos en manos de una Universidad que está marcando pauta en la formación de comunicadores sociales en la región. En ese acto de demostración de competencias quedó evidenciado la altísima calidad de la formación que reciben quienes pronto se integrarán al campo laboral. Un aplauso por eso.