El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y su homólogo chino Xi Jinping sostuvieron su primera reunión como jefes de Estado este lunes 14 de noviembre en un intento por reducir las tensiones entre las dos potencias, en la antesala de la cumbre del G20 que se desarrolla en Bali, Indonesia.
La situación en la isla de Taiwán, que Beijing reclama como propia, la guerra de Rusia en Ucrania y las amenazas nucleares de Moscú están en la primera línea de las conversaciones.
Washington y Beijing deberían «tomar la historia como un espejo y dejar que guíe el futuro», expuso Xi durante el encuentro, citado por la agencia estatal de noticias Xinhua.
Las declaraciones del mandatario chino se producen en momentos en que las relaciones de los dos países se encuentran en su punto más bajo en décadas, empañadas por desacuerdos en una serie de asuntos como el comercio y la autonomía de la isla de Taiwán, que el Gobierno chino reclama como propia.
Biden pidió a su homólogo chino unir esfuerzos para evitar que la rivalidad entre las dos potencias desemboque en un conflicto.
«Como líderes de nuestras dos naciones, compartimos la responsabilidad, en mi opinión, de demostrar que China y Estados Unidos podemos manejar nuestras diferencias, evitar que la competencia se convierta en algo cercano a un conflicto y encontrar formas de trabajar juntos en problemas globales urgentes que requieren nuestra cooperación mutua», aseguró el líder de la Casa Blanca.
En este sentido, el presidente Xi Jinping apeló a sostener un diálogo sincero y abierto. «Estoy preparado para tener una conversación franca y en profundidad sobre los temas de importancia estratégica para la relación entre China y Estados Unidos en todos los temas de importancia global y regional», aseveró Xi.
Xi y Biden se reunieron en la antesala de la cumbre del G20, en Balí, Indonesia, que inicia el martes 15 de noviembre y estará cargada de tensión por la invasión al territorio ucraniano, ordenada por Vladimir Putin, un mandatario que se ha mostrado más cercano al gigante asiático, en los últimos años.
Unidos por su desconfianza compartida hacia Occidente, Xi y Putin reafirmaron incluso su asociación pocos días antes de que Moscú lanzara la guerra contra su vecino país. Beijing se ha abstenido en gran medida de reprochar públicamente las hostilidades rusas, pero ha optado por el apoyo directo, a Moscú como el suministro de armas, algo que podría desencadenar sanciones occidentales en su contra.
Las amenazas nucleares de Rusia también están entre los principales asuntos que los dos gobiernos buscan abarcar a partir de este acercamiento.
Occidente ha acusado a Moscú de hacer declaraciones irresponsables sobre el posible uso de armas atómicas en medio del conflicto en curso. Rusia, a su vez, replicó que las naciones occidentales alimentan una retórica nuclear «provocadora».
Además, Washington y Beijing aumentaron recientemente sus enfrentamientos por el estatus de Taiwán.
La isla que funciona como autónoma se ha convertido en uno de los temas más polémicos entre Estados Unidos y China. Bajo su Presidencia, Biden ha dicho que su país defendería ese territorio, que Beijing considera para una eventual unificación, en caso de una invasión.