La atención de salud mental carece sistemáticamente de fondos suficientes. En promedio, los países dedican menos del 2% de sus presupuestos de atención de salud a los trastornos mentales, refleja el estudio más amplio que ha hecho la Organización Mundial de la Salud en lo que va de siglo. La pandemia de covid-19 también generó una crisis mundial, especialmente de estrés a corto y largo plazo por la incertidumbre antes las restricciones, la evaluación de la enfermedad y la estabilidad laboral. Desde el punto de vista económico, la esquizofrenia es el trastorno mental más costoso por persona para la sociedad
La Organización Mundial de la Salud entregó el pasado 16 de junio su informe más extenso sobre salud mental en los últimos 20 años. «La salud mental es mucho más que la ausencia de enfermedad: es una parte intrínseca de nuestra salud y bienestar individuales y colectivos», dice Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la OMS.
El estudio contiene el Plan de Acción Integral sobre Salud Mental 2013–2030, que recomienda el desarrollo de políticas públicas concretas y ofrece oportunidades para mejorar la salud mental mundial. Admiten, no obstante, que el cumplimiento de esos objetivos «dependerá del contexto del país, de las necesidades locales en materia de salud mental, de otras prioridades y del estado y la estructura de cada sistema de salud.
Las necesidades en materia de salud mental son considerables, pero las respuestas son insuficientes e inadecuadas, asegura la organización en el documento de 286 páginas titulado Informe mundial sobre salud mental: Transformar la salud mental para todos. El estudio concluye que estos trastornos están «gravemente desatendidos».
La OMS destaca que aunque la mayoría de las personas tienen «una notable resiliencia», las que están expuestas a circunstancias desfavorables –como la pobreza, la violencia y la desigualdad– corren un mayor riesgo de sufrir trastornos mentales.
«Las personas con trastornos mentales suelen ser excluidas de la vida comunitaria y se les niega el ejercicio de derechos fundamentales. Por ejemplo, no solo sufren discriminación en el acceso al empleo, la educación y la vivienda, sino que, además, tampoco gozan de igual reconocimiento como personas ante la ley (…) Una mala salud mental frena el desarrollo al reducir la productividad, tensar las relaciones sociales y agravar los ciclos de pobreza y desventaja», dice el informe.
Aproximadamente, una de cada ocho personas en el mundo sufre algún trastorno mental. Su prevalencia varía en función del sexo y la edad. La ansiedad y depresión son los más comunes, tanto en hombres como en mujeres.
Más del 80% de todas las personas con trastornos mentales viven en países de ingresos bajos y medianos, donde «el círculo vicioso entre la salud mental y la pobreza es particularmente frecuente debido a la falta de redes de seguridad social y la poca accesibilidad a un tratamiento efectivo».
A nivel mundial, puede haber 20 intentos de suicidio por cada fallecimiento y, sin embargo, el suicidio representa más de uno de cada 100 fallecimientos. Es una de las principales causas de muerte entre los jóvenes.
En esta materia, el informe de la OMS recuerda la meta del Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) de reducir la tasa de mortalidad por suicidio en un tercio para 2030.
En consecuencia, conciben el «enfoque LIVE LIFE para la prevención del suicidio en el que se da prioridad a cuatro intervenciones de reconocida eficacia: limitación del acceso a los medios que posibilitan el suicidio; interacción con los medios de comunicación para que informen de forma responsable sobre el suicidio; desarrollo de aptitudes sociales y emocionales para la vida en los adolescentes; e intervención temprana para cualquier persona afectada por comportamientos suicida».
La esquizofrenia, que afecta a aproximadamente uno de cada 200 adultos, es una de las principales preocupaciones en los servicios sanitarios: en sus estados agudos es el más perjudicial de todos los trastornos mentales.
Las personas que padecen esquizofrenia u otros trastornos mentales graves fallecen, en promedio, entre 10 y 20 años antes que la población general, a menudo por enfermedades físicas prevenibles.
Para la OMS son varios los factores que impiden a las personas buscar ayuda para sus trastornos mentales, entre ellos la mala calidad de los servicios, bajos niveles de conocimientos sobre salud mental, estigmatización y discriminación.
«En numerosos lugares no existen servicios formales de salud mental y aun cuando esos servicios están disponibles, suelen ser inaccesibles o inasequibles», asegura la organización en su reporte.
Por ello, las personas optan por sufrir un malestar mental sin alivio antes que arriesgarse a la discriminación que conlleva el acceso a los servicios de salud.
Salud mental versus inversión
En general, las consecuencias económicas de los trastornos mentales son enormes, dice la OMS en su informe, pues las pérdidas de productividad y otros costos indirectos para la sociedad suelen superar con creces los costos de la atención de salud.
«Desde el punto de vista económico, la esquizofrenia es el trastorno mental más costoso por persona para la sociedad. Los trastornos depresivos y de ansiedad son mucho menos costosos por persona, pero son mucho más frecuentes y, por lo tanto, contribuyen en gran medida a los gastos totales a nivel nacional», se destaca.
A pesar de ello, la atención de salud mental carece sistemáticamente de fondos suficientes. En promedio, los países dedican menos del 2% de sus presupuestos de atención de salud a los trastornos mentales.
En los países de ingresos medianos, más del 70% del gasto en salud mental sigue destinándose a los hospitales psiquiátricos, lo que deja con pocos recursos la atención primaria.
Casi la mitad de la población mundial vive en países en los que solo hay un psiquiatra por, al menos, cada 200.000 habitantes. La disponibilidad de medicamentos psicotrópicos esenciales asequibles también es limitada, especialmente en los países de ingresos bajos.
La organización destaca que la mayoría de las personas que sufren trastornos mentales no recibe ningún tratamiento. «En todos los países, las lagunas en la cobertura de servicios se ven agravadas por la variable calidad de la atención».
Para la OMS hay tres motivos principales para invertir en salud mental: la salud pública, que debe garantizar una atención integral de la persona; los derechos humanos, pues a la mayoría les son violentados derechos fundamentales como el trabajo, educación y vivienda; y el desarrollo socioeconómico, debido a que se facilita la productividad.
Impacto del covid-19
La pandemia de covid-19 también generó una crisis mundial de salud mental, especialmente de estrés a corto y largo plazo por la incertidumbre antes las restricciones, la evaluación de la enfermedad y la estabilidad laboral.
Las tasas de trastornos que ya son comunes, como la depresión y la ansiedad, aumentaron en un 25% durante el primer año de la pandemia, sumándose a los casi 1.000 millones de personas que ya sufren algún trastorno mental.
«Las medidas sociales impidieron con frecuencia que las personas accedieran a la atención y, en muchos casos, el miedo al virus impidió que las personas buscaran ayuda. A principios de 2022 hubo menos interrupciones, pero demasiadas personas aún no podían obtener el apoyo de salud mental que necesitaban», dice la OMS.
Por ello, recomiendan aplicar un enfoque de toda la sociedad para promover, proteger y cuidar la salud mental; garantizar la disponibilidad generalizada de servicios de salud mental y apoyo psicosocial; además de apoyar la recuperación de covid-19 mediante la creación de servicios de salud mental para el futuro.
Fuente: Tal Cual.
Pasante: Olifrancys Betancourt- UCSAR Cumaná.